Recrear un parterre con la flora de la que se dispone no siempre es fácil, cada planta requiere un suelo, exposición y humedad diferente. Mi jardinerillo va haciendo lo que puede, trajinando arbustos y flores de un lado a otro, probando injertos y estudiando cada local con atención cirujana. En los tiempos record en que le pido un trabajo, se confunde y me pone petunias donde van los romeros, o me ofrece una adelfa cuando le pido una hilera de lilandis. El pobre.
Sin embargo, aunque cada reproducción sea difícil, los originales van creciendo en tamaño, riqueza y variedad. El Castellano, mi patria, parece extenderse con cada nueva adquisición de los vecinos. Lo voy completando lentamente con rarezas y exquisiteces, y siento que cada vez entiendo mejor sus sus formas y sus raíces. Intento mantenerlo puro, pero a la vez dejarle que se hibride y evolucione - y sea en su naturaleza de idioma-jardín la vida que viene a mis labios cuando me levanto, a mis pensamientos cuando estoy sola y a mis locos sueños cuando se apaga la luz en el jardín en el que oficialmente resido.
mi código secreto en el extranjero,
mi apreciada y continua compañía,
tus miles de flores llevo dentro
con las que expreso cada día,
Castellano, al mundo entero
mis tristezas y alegrías.