viernes, 14 de mayo de 2010

Liubliana


Hay sueños locos, sueños tristes y sueños premonitorios, pero todos imposibles de explicar. Y algunos que dejan efectos duraderos cuando el despertador toca y se abanadonan bruscamente los brazos de Morfeo.

Hace cosa de un mes soñé que viajaba sola a una ciudad encantadora, con un calles peatonales y jardines, y un río bordeado por avenidas con árboles. Fue una visita de lo más realista, en que la ciudad se me presentaba con todo lujo de detalles típicos de la realidad. Recuerdo que visité un castillo, disfruté de las calles y atravesé varios puentes. Poco antes de despertarme en mi camita supe que estaba en... Liubliana!

No tengo recuerdo de haber hablado de esta ciudad con nadie, ni de haber visto fotos, ni siquiera he conocido a ningún esloveno en mis treinta años de paso por este mundo. El caso es que pasados algunos días se me ocurrió consultar en algunos factos y fotos sobre esa ciudad. Me quedé con la boca abierta al ver las bellas estampas de lugares en los que juraría haber estado, y me quedé durante días con la sensación de quien añora la belleza de un lugar en el que fue feliz.

Desde entonces, diversas y extrañas coincidencias hacen que oiga hablar de Liubliana. Gente conocida acaba de volver por motivos personales o laborales, porque van a tener lugar encuentros científicos que me interesarían, o porque me cruzo con una noticia que habla de ella. De repente, Liubliana se me antoja el centro de Europa, en la que todo puede pasar.

Tengo la sensación de que, sin haber puesto los pies en ella, la conozco un poco, como si la hubiera apadrinado virtualmente. Tal vez mi experiencia fuera el resultado de los sueños de los liublianenses.

En realidad, siento que he sido adopada oníricamente por una ciudad que desconozco. Y creo que le debo una visita!

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