miércoles, 26 de mayo de 2010

Dunas

Domingo de Sol y de despertarse sin prisas.

Viaje relajado hacia la Praia da Tocha.

Primer remojo de pies en el gélido océano.

Lubina fresquísima absolutamente deliciosa, con vino blanco y fresco de la región.

Lanzamiento a los cielos de nuestra vaca voladora y su amiga gaviota, sujetas al planeta por un fino hilo de cien metros. Levantando vuelo, se llevan las preocupaciones, como en un suave estornudo.

Baño de cálido sol durante una profunda siesta, acunada por el sonido de las olas rompientes.

Y para terminar la tarde, una valiente inmersión en las aguas, y una lucha sabrosa contra la marea que despierta.

Al recoger el chiringuito, nos damos cuenta de los rastros de animalillos en las dunas: los caminos dejados por las patitas y la cola de las lagartijas y las huellas de los pájaros, entre los dibujos que el viento provoca cuando arrastra hojas y ramitas, evidencia de que, también sin presencia humana, la vida sigue su curso natural.

Belleza y Paz en un domingo en otra dimensión.
Tan cerca de casa.

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