sábado, 24 de abril de 2010

Ramita a ramita

Parece que las cestas son cosas de viejos. Parece que sólo en los pueblos se encuentran cestas auténticas, de ésas hechas a mano, con solera e identidad. En las tiendas de decoración, sin embargo, se exponen sucedáneos de cestas, muchas veces producidas por máquinas o por personas en fábricas del sureste asiático, en lo que me temo que sean condiciones infrahumanas.

Encontramos
cestas de Navidad, cestas de ropa, cestillos para pan o fruta, tiestos para plantas, o el cepillo que se pasa en misa. Pero, cuando empezamos a fijarnos existen decenas de objectos que se pueden hacer de fibras vegetales: jarrones, cajas, taburetes, mesas, sillas y mecedoras de mimbre (algún día tendré una!), cunitas, sombreros, vallas de jardín...

La cesta tradicional me cautiva desde hace tiempo, será por su doble naturaleza de artículo fabricado a mano y de clara utilidad. Será porque nunca he visto en directo a nadie trenzando una cesta. Porque está enraizado en el genoma del Homo sapiens sapiens desde el Paleolítico, como lo está el tricot: el desafío de entretejer fibras naturales para obtener objetos necesarios, y ya de paso, crearlos con belleza.

Pues bien, llegó hace días a mis manos este libro (regalito directo de quien conoce mis curiosidades y debilidades - gracias!), una joya para quien quiere dar los primeros pasos en el mundillo de la cestería. La verdad es que lo cogí con tantas ganas que lo devoré en poco rato!

Muestra las especies que funcionan bien, que, al contrario de lo que se piensa, no se restringe al mimbre tradicional proveniente del sauce Salix viminalis, sino que existe una gran variedad de plantas, que, si se recogen verdes y se dejan en remojo unos días, funcionarán perfectamente como material para una cesta.
Además, esta variedad de especies ayuda a crear fantásticas gamas de colores, ya que cada planta tiene una coloración diferente.

Así que, podadora en mano y sin dudarlo demasiado, me dispuse una chubascosa mañana de domingo a recoger ramitas sustitutas del mimbre en los alrededores de mi hogar. No me hizo falta caminar mucho (tengo la suerte de vivir en lugar rodeado de vegetación). Recogí ramitas de varios grosores de higuera (Ficus carica), hiedra (Hedera helix), laurel (Laurus nobilis) y un arbusto no identificado, con ramitas blandísimas. Este material descansa en remojo en una caja grande de plástico, invadiendo mi bañera desde hace días.

Con estos datos os diré, queridos lectores blogueros, que empezará brevemente un intento de creación de cesta un tanto ecléctica.

Y os diré también, que, tal como viene siendo costumbre en El Juguito, serán publicados relatos variados sobre esta nueva epopeya, acompañados de colorido material gráfico, para solaz y divertimento del lector amigo.
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