lunes, 8 de noviembre de 2010

Bienvenido, Darwin

Hace unos ocho años me enamoré de un Gato (ése era su nombre).

De acuerdo, me enamoré de su dueño... pero es que se parecían tanto! Ambos eran inteligentes, juguetones y mimosos. Siempre estaban disponibles para un recibir un abrazo, para compartir un momento triste y aquel año compartimos incontables momentos felices.

Gato desapareció una noche, seguramente fue a buscar a alguien de quien enamorarse. Pero el dueño se quedó conmigo.

Pasaron los años, felices, pero no pasó la saudade del dueño-del-Gato-sin-gato, que, a pesar de la insistencia, nunca consiguió que yo cediera a acoger uno. Un buen día supe que la Vida está hecha de excepciones, de cedencias en pro de algo mayor, y el Amor no crece sin un poquito de esfuerzo...

Así que el pasado sábado Darwin entró en nuestras vidas, en forma de regalo de cumpleaños. Creo que es el mejor regalo que le he podido hacer al dueño. Darwin crecerá a nuestro lado.

Ahora me es imposible no quererle!

2 comentarios:

Indefinida e indefinible dijo...

¡Qué bonito es!
Tengo ganas de conocerle y hacerle unos mimos...
¡Miau!

Pedro Bingre do Amaral dijo...

Enquanto leio este blogue, trago ao colo essa pequena criatura que a fotografia ilustra. E faço minhas as palavras da autora!

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