El sábado pasado nos juntamos unos doce o trece amigos para una prueba de vino blanco portugués de menos de 3 euros. La idea de la prueba era demostrar (demostrarnos a nosotros mismos) que los vinos portugueses son buenísimos, incluso los baratos, y claro, de paso, pasar una entrañable velada.
La iniciativa surgió de Emma, una chica australiana que vive en un pueblo perdido de la Beira Interior Poruguesa, y cuya creatividad y alegría de vivir parecen no tener límites.
Cada persona o pareja debía aparecer con algo para comer y una botella de vino blanco a la que se le había retirado la etiqueta, y entregar el ticket de compra a la organización. Cada participante recibió una plantilla numerada y un boli, para puntuar cada vino. Entre copa y copa (sí cayó una botella por persona, aunque no todo el mundo bebió lo mismo) se sirvieron las deliciosas tapas para animar el estómago y evitar la borrachera del siglo.
Aprecié los vinos hasta el 5º o 6º, después, sinceramente, todos me parecían igualmente sabrosos. Me encantó la localización: un huerto-jardín en Condeixa-a-Velha, con vistas a las murallas romanas, que nos ofrecieron un atardecer maravilloso, fresco y alegre como los vinos. Pero lo que más me gustó, sin duda, fue aquel espíritu de compañerismo y amistad, buen humor y jolgorio característico de este grupo. No nos conocemos desde hace mucho, somos gente de diferentes culturas y maneras de ser, pero hemos hecho buenas migas. En cualquier momento a alguien le surge una idea, por loca que parezca, y allí estamos todos, con ganas de vernos, charlar, arreglar el mundo y pasarlo bien juntos.
Hay quien diga que no se hacen amigos en la edad adulta y no puedo estar en más desacuerdo. Si se mantiene el espíritu del juego, la curiosidad, y las ganas de aprender, los amigos aparecen.
En este momento nadie sabe qué vino fue el que más puntos obtuvo - y lo mejor es que nos da igual. El caso es tener una excusa para juntarnos y echarnos unas buenas carcajadas! El resto es secundario. Gracias a la organización!
La iniciativa surgió de Emma, una chica australiana que vive en un pueblo perdido de la Beira Interior Poruguesa, y cuya creatividad y alegría de vivir parecen no tener límites.
Cada persona o pareja debía aparecer con algo para comer y una botella de vino blanco a la que se le había retirado la etiqueta, y entregar el ticket de compra a la organización. Cada participante recibió una plantilla numerada y un boli, para puntuar cada vino. Entre copa y copa (sí cayó una botella por persona, aunque no todo el mundo bebió lo mismo) se sirvieron las deliciosas tapas para animar el estómago y evitar la borrachera del siglo.
Aprecié los vinos hasta el 5º o 6º, después, sinceramente, todos me parecían igualmente sabrosos. Me encantó la localización: un huerto-jardín en Condeixa-a-Velha, con vistas a las murallas romanas, que nos ofrecieron un atardecer maravilloso, fresco y alegre como los vinos. Pero lo que más me gustó, sin duda, fue aquel espíritu de compañerismo y amistad, buen humor y jolgorio característico de este grupo. No nos conocemos desde hace mucho, somos gente de diferentes culturas y maneras de ser, pero hemos hecho buenas migas. En cualquier momento a alguien le surge una idea, por loca que parezca, y allí estamos todos, con ganas de vernos, charlar, arreglar el mundo y pasarlo bien juntos.
Hay quien diga que no se hacen amigos en la edad adulta y no puedo estar en más desacuerdo. Si se mantiene el espíritu del juego, la curiosidad, y las ganas de aprender, los amigos aparecen.
En este momento nadie sabe qué vino fue el que más puntos obtuvo - y lo mejor es que nos da igual. El caso es tener una excusa para juntarnos y echarnos unas buenas carcajadas! El resto es secundario. Gracias a la organización!
1 comentarios:
Claro que são e os tintos também! Que oportunidade maravilhosa ;)
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